Desde que he empezado a seguir el tema de la gamifación hace unos dos-tres años, que me me fui haciendo muchas preguntas para entender muchos aspectos de la gamificación, que no siempre son fáciles de verse o entenderse, y que a medida que se van respondiendo, permiten también entender mejor la gamificación, su potencial y sus peligros.
Cuando la gamificación empezó a sonar, se lanzaran muchos curiosos sin ningún tipo de experiencia en diseño de videojuego, o en entender los mecanismos psicológicos que guían la función de game design, y de como podemos conseguir “enganchar” un jugador durante varias horas, en una experiencia que muchas veces roza mas el sado-masoquista que realmente lo divertido, para conseguir acompañar el jugador en dirección a la finalización del juego y de los retos planteados por ese mismo reto.
Por eso motivo durante mucho tiempo se asocio la gamificación con badges y con la versión mas tecnológica de la gamificación asociada generalmente a software, y a flujos de operación de los mismos que hace que el usuario del software, tenga un incentivo para hacer determinadas tareas en función de lo que la experiencia de gamificación pretende fomentar. Y de ahí que muchas startups de gamificación lo primero que se lanzan a hacer es : Plataformas de badges y métricas de gamificación.
Ahora en la actualidad, esto está cambiando, y ahora, muchos desarrolladores de videojuegos, necesitados de financiación para sus videojuegos, miran a las nuevas oportunidades relacionadas con el videojuego, como una forma fácil y accesible de poder conseguir esa financiación, que se lanzan a la gamificación utilizando el argumento, que yo también ya he utilizado, de que es necesario saber de videojuegos para poder realmente plantear experiencias de gamificación.
Será cierta esta afirmación? Después de volver a darle algunas vueltas, y después de haber realizado varios proyectos de gamificación, creo que la respuesta es ni una opción, ni la otra, porque la gamificación es algo a medio camino entre el videojuego y las operaciones de toda la vida, de la misma forma que un videojuego no es ni arte ni tecnología, si no una mezcla perfecta entre esas dos realidades.
Fallar, puede ser peligroso dado que es un compromiso que se puede estar exigiendo a una compañía que esperada poder recuperarlos sobre la forma de un aumento de la eficiencia de su organización que puede muy bien nunca ocurrir.
Entender un proceso de gamificación como un videojuego, tiene el problema de que el planteamiento de un videojuego en relación a su jugador, es diferente de la de un usuario de un sistema que queremos gamificar, y que generalmente no está interesado en el tema, o no es ni consciente del proceso ocurriendo a su alrededor. Después los objetivos de gamificación de flujo de negocio, o de una aplicación, o de una sala de aulas, no es unitaria, esto es no podemos buscar definir la eficiencia de un proceso con base en un sola variable, porque hay muchas dependencias que no siempre son explicitas y que pueden estar relacionadas con el objeto de nuestro intento.
El game designer en España por naturaleza hasta la fecha, si tiene estudios universitarios no lo habrá terminado, y como tal, a pesar de que sepa mucho de videojuegos, no sabe del contexto empresarial y de la naturaleza de otros negocios ajenos al videojuego, y que generalmente son muy complejas de entender, por lo que intentar reconocer padrones de comportamiento y intentar modificarlos, puede resultar mas difícil que lo esperado, dado que el usuario puede perfectamente detectar este hecho, o el diseñador puede no acabar de abarcar de una forma rápida y eficiente toda la naturaleza del proceso que se pretende gamificar, y desorientarse, con los consecuentes problemas y retrasos que puede acarrear para cualquier una de las partes.
Acuerdaros que la gamificación generar cambios en los procesos de operación de una compañía, que si mal realizados pueden provocar una caída de la eficiencia de los empleados objetivo de la misma. Si el proceso de gamificación no humano o de proceso, pero si tecnológico, de por ejemplo gamificar el flujo de un visitante a través de website, aquí el problema puede ser mas difícil de verificar y validar, pero hay todas las probabilidades de que si no hay un aumento visible visitas, compras, o cualquier otra unidad de seguimiento que se haya implementado, la inversión realizada en gamificar se ha ido por las tuberías en el ciclo de la vida.
Creo que la solución está en la figura de expertos de gamificación a medio camino entre la gestión y la creación de videojuegos, o que por lo menos puedan aprender de forma rápida, los conceptos básicos asociados al proceso de diseño y desarrollo de videojuegos, para de esta forma puedan aplicar un conocimiento profunda las organizaciones y su psicología, y por otro lado intentar acercarse al proceso de diseño de videojuegos para entender las métricas fundamentales del proceso de diseño y desarrollo de videojuegos.
:) Claro que también puedo estar equivocado. Que opináis vosotros? Hay peligros, o me estoy volviendo hipocondríaco?