Lo que la incultura se llevó, o la importancia de la cultura para la creatividad

Lo que la incultura  se llevó, o la importancia de la cultura para la creatividad

emptyhead

Uno de los beneficios que tengo por relacionarme con las capas mas jóvenes de aprentizes-creadores, es que me permite tomar la temperatura de las nuevas generaciones de creadores de videojuegos, para de esta forma entender mejor como será la industria en unos años.

Como últimamente estoy hablando mucho con muchos aspirantes a entrar en el primero año del grado, esto me permite directamente verificar un poco el perfil, y cual las bases de sus conocimientos para poder trabajar en la moderna industria del videojuego.

Algo que en algunos casos me sorprende, no solamente en ellos pero por veces en gente con mas “solera”, es la profunda incultura que existe en un perfil que pretende trabajar en una de las industrias creativas mas dinámicas y competitivas que puede existir en la actualidad, y donde diferenciarnos de forma a conseguir dar la talla de cara a la expectativa de unos jugadores cada vez mas exigentes y experientes en el consumo del videojuegos, se vuelve complejo a pasos agigantados.

La creatividad no nace de la nada. La creatividad nace de la curiosidad, que lleva a la observación, al querer entender lo que nos rodea, a vivir otras experiencias, a conocer otros colores, otros olores, otras historias, otra gente, otros ritmos, otros trabajos, otros parajes. La creatividad es como un campo enorme que si no sembramos semillas, no irá mas allá de ser un perfecto campo lleno de hierbas malas. Es cierto hay naturaleza salvaje muy preciosa, pero queremos dejar el éxito de nuestras ideas al factor azar? No creo?
Si no lleno mi espacio cognitivo de referencias, de fuentes de información, de imágenes, de sonidos, de la memorias de esos aromas distintos, no podré nunca tirar de ellos para crear algo que pueda invocar esas misma sensaciones en la mente de nuestros jugadores.

Si quiero crear videojuegos, tengo que leer sin parar y sin géneros, tengo que ver películas, devorar cómics, observar las personas a mi alrededor y ser capaz de utilizar las palabras mágicas “Y se … que pasaría ….”, vivir nuevas experiencias, viajar a sitios distintos, hablar con personas distintas de mi raza/credo/clase/etc. Por de la suma de todas esas entradas en mi cerebro, seré capaz de relacionar en cada momento nuevas relaciones que me permitirán expandir los limites de mi creatividad.
Asignaturas como la filosofía, la historia, la geografía en estudiantes de bachillerato deberían ser la preferidas de un aspirante a diseñador, porque son una inyección de materia prima para en un futuro cercano, pueda generar sin parar flujos indigentes de nuevas ideas.

Ya no basta con que si quiero hacer videojuegos, debo jugar a videojuegos, porque el jugador ya espera mas que esa simplicidad, y busca constantemente encontrarse con sorpresas que le reten su noción de lo que es un videojuego.

Pero yo quier ser programador, dirán algunos …. Pero el problema es que el programador debe muchas veces ser también capaz de aportar ideas creativas para solucionar de forma inteligente problemas de diseño que no se pueden implementar sobre la forma de mecánicas transponibles a la realidad binaria del hardware digital que utilizamos, y dado que trabaja en equipo, es mejor que también de alguna forma sea capaz de participar en ese torbellino creativo sobre pena de poco a poco transformarse en un perfil prescindible dado la importancia del trabajo multidisciplinar en equipo.

Por lo que que estáis haciendo leyendo este texto tan poco creativo? Porque no ir a buscar un buen libro de poesía, o porque no ir a un museo, o un concierto de música experimental, una proyección de cine africano, un pasear por las calles observando e inventándoos historias sobre los personajes con los cuales os cruzáis?